El Día mundial de la alimentación
Por el Ing. Agr. Guillermo E. Mas | Docente UNLC
El pasado 16 de octubre se celebró, como sucede todos los años desde 1979, el día Mundial de la Alimentación. Y este año coincide con el 75º aniversario de la institución que instauró esta celebración: la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO). Esta organización se creó en 1945 con la misión de erradicar el hambre del mundo y de garantizar la seguridad alimentaria.
Tristemente, esa meta está lejos de alcanzarse: 2.000 millones de personas en el mundo no tienen acceso regular a alimentos inocuos, nutritivos y suficientes. La contracara de este dato es que según estimaciones de la OMS en 2016 el 40% de la población mundial padecía sobrepeso, y la obesidad afectaba al 10% de la población.
En nuestro país, según el Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina, la inseguridad alimentaria afecta al 22% de la población total y al 30% de los menores de 17 años. Uno de cada tres niños argentinos tiene restricciones en su alimentación.
Ambos fenómenos, la desnutrición y el hambre, por un lado, y el sobrepeso y la obesidad, por el otro, vienen aumentando preocupantemente. Y la actual crisis sanitaria acentuará estas tendencias.
Quizás no haya otra actividad humana que englobe de manera tan palpable el vínculo que los humanos sostenemos entre nosotros, con otras especies y con el planeta como la alimentación y la producción de alimentos. Por este motivo, es cada vez más necesario que reflexionemos sobre el lugar que le damos a estas actividades en nuestra vida, no solo como individuos, sino como sociedad.
Sin embargo, en la actualidad la mayor parte la población está abismalmente desconectada de los procesos y de los recursos que a diario nos dan de comer, condenados a consumir lo que la góndola del supermercado pone a nuestra disposición. Mucho más remotas parecen nuestras posibilidades de contribuir a que en otras áreas de nuestra geografía los niños no pasen hambre.
No alcanza con asegurarnos, en las medidas de nuestras posibilidades, una dieta nutritiva y libre de contaminantes para nosotros mismos. Tenemos que empezar a bregar porque la oferta de alimentos con estas características aumente, pero además, que alcancen a quienes hoy están privados de ellos, y además, y tan importante como todo lo anterior, que se produzcan cuidando el medio ambiente, respetando los recursos naturales y a las demás especies de nuestro planeta.
Eso implica trabajo y desafíos: tenemos que aprender qué se produce y cómo. Tenemos que encontrar la forma de influir en las normativas y leyes que condicionan la producción. Tenemos que conocer a los productores y valorarlos; preocuparnos por que tengan condiciones de trabajo y de vida dignas.
Sobre todas las cosas, tenemos que educar a nuestros hijos para que estén preparados y dispuestos a construir un mundo nuevo, diferente, donde las metas que no estamos logrando alcanzar finalmente se cumplan.
“Entre los días 4 y 6 de noviembre, FAO desarrolló una serie de eventos celebrando sus 75 años y el Día Mundial de la Alimentación. Disertantes de diferentes países de América Latina expusieron sobre las condiciones del sector agroalimentario, particularmente en el contexto de la actual pandemia, y se discutieron las transformaciones que hacen falta para hacerle frente a esta situación.
La totalidad de las presentaciones están disponibles online desde el sitio web:
http://www.fao.org/americas/eventos/ver/es/c/1311319/
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