Desde hace 9 años, los días 3 de junio, se realizan en el país país grandes concentraciones y movilizaciones bajo la consigna “Ni Una Menos, vivas nos queremos”. Este movimiento amplio que nuclea a colectivas feministas, organizaciones sociales, sindicales y a partidos políticos, entre otros, se constituyó en el año 2015 luego del femicidio de Chiara Páez.
Sin duda, el Ni Una Menos generó un gran cambio social y cultural en torno a la violencia de género y los femicidios en Argentina, que se extendió a todo el continente. A su vez, propició cambios notables respecto a leyes y políticas públicas, como la implementación de la Ley Brisa, que establece un régimen de reparación económica para hijos e hijas de víctimas de femicidios, equivalente a una jubilación mínima y que garantiza la cobertura integral de salud, junto con otras medidas para proteger a las víctimas de violencia de género. Entre los principales avances que ha generado el movimiento podemos mencionar: el Registro de Femicidios por la Oficina de la Mujer de la Corte Suprema de Justicia de la Nación (2015); la Guía para el tratamiento mediático responsable de casos de violencia contra las mujeres de la Defensoría del Público de la Nación (2016); la Ley N° 27.412 de Paridad de Género en Ámbitos de Representación Política (2017); la Ley N° 27.499, conocida como Ley Micaela, que establece “la capacitación obligatoria en la temática de género y violencia contra las mujeres para todas las personas que se desempeñen en la función pública en todos sus niveles y jerarquías en los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial de la Nación” (2018); la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo (2020); la Línea 144 con cobertura en todo el país para buscar la asistencia más cercana ante situaciones de violencia de género; entre otras.
Pero más allá de lo expresado, queda aún mucho trabajo por realizar a los fines de articular las respuestas ante situaciones de violencia y reducir la cantidad de femicidios. Según datos del Observatorio Ahora que sí nos ven, entre enero y mayo de este año se cometieron en nuestro país 78 femicidios; el 45% fue perpetrado por las parejas y el 23% por ex parejas de las víctimas. Este año, 2024, sigue manteniendo estable la impactante cifra de un femicidio cada 33 horas. Si analizamos los datos desde 2015 hasta aquí, vemos que hay otros parámetros que se mantienen casi inamovibles: aproximadamente el 74% de los femicidios fueron cometidos por parejas o ex parejas de las víctimas y en el 88% de los casos el femicida pertenecía al círculo íntimo (padre, hijo, vecino, amigo). El 63,9% de los femicidios tuvieron lugar en la vivienda de la víctima y el 25,5% en la vía pública. Estos datos rompen con el mito del “asesino insano que nos ataca repentinamente en la calle”. Nos matan mayormente en nuestro hogar, vivienda que en muchos casos compartimos con el agresor. Como sostienen múltiples estudios en las últimas décadas, la desigualdad de género estructural impide en numerosas ocasiones que las mujeres podamos acceder a la vivienda y a la independencia económica, en la medida en que somos mayoría en empleos informales y/o precarizados, manteniéndose así la brecha salarial por la cual, tenemos trabajos peor remunerados siendo mayoritariamente quienes sostenemos también, los trabajos de cuidados. Todo ello construye un panorama en el cual resulta muy difícil romper el círculo de violencia. Más aún, cuando las políticas públicas de acompañamiento y sostén integral para las mujeres y personas del colectivo LGBTTIQ+ se han desmantelado, dejando de existir en muchos casos o siendo completamente desfinanciadas en otros.
Desde el Programa de Género y Diversidad de la UNLC nos proponemos un trabajo integral contra las violencias sexistas en sus distintas manifestaciones. Una de nuestras líneas centrales es la capacitación y la sensibilización. Es en este sentido que el pasado 27 y 28 de mayo tuvo lugar en nuestra sede el dictado del Programa de Sensibilización para una comunicación incluyente, a cargo de la Dra. Eva Rodriguez Agüero (docente investigadora de la UNCuyo). El mismo fue destinado a personal docente, no docente y de gestión de la Universidad Nacional de los Comechingones. Entre sus objetivos, el taller se propuso promover la reflexión teórica y práctica sobre las construcciones sociales de género y las sexualidades, y cómo estas se plasman en el ámbito de lo discursivo; reflexionar sobre las implicancias prácticas en el campo de la comunicación de los patrones hegemónicos heteronormativos imperantes en la sociedad; e identificar las representaciones que reflejan violencia simbólica en sus modalidades de violencia mediática y digital, construyendo una mirada crítica, de reflexión y de análisis sobre la coyuntura. De esta manera y desde la reflexión, buscamos promover la construcción de una sociedad más igualitaria y justa para todos, todas y todxs.
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